A raíz de las protestas en Curundú por
la falta de mantenimiento de los edificios, las cuales fueron reprimidas
por la Policía Nacional, algunos periodistas en medios y cierta gente
le gritaron parásitos a los curundeños, especialmente por declaraciones
de una mujer con 6 hijos, sin trabajo, que pedía le exonerarán los 50
balboas que paga al mes.
Varios periodistas le dedicaron horas en
radio y televisión, extensos artículos donde hablaban de si mismos y se
sugerían como ejemplos para la sociedad (en un estallido de vanidad y
ego jamás vistos), y se suscitaron múltiples comentarios en redes y en
medios.
Los curundeños fueron vilipendiados,
señalados todos como vagos, maleantes y vividores (proyectos de Curundú
según el propio gobierno solo registran 3% de morosidad).
Allí, en Curundú, vive mucha gente
honesta, que desde muy temprano desafían el clima de inseguridad para
ganarse el pan honradamente. Allí viven muchos obreros de la
construcción, esos edificios se levantaron con sus manos. Y hay
enfermeras, educadores, trabajadores de la salud y otros profesionales
dignos que luchan cada día por su familia.
Esos mismos que no se midieron ni se
miden en ataques y burlas de todo tipo contra los curundeños, son los
mismos hipócritas que nada dicen de los más de 250 mil balboas gastados
por diputados en viajes de placer, de los 250 mil dados a Enrique
Iglesias para hacer aquí un video, ni de la plata que la directiva de la
Asamblea, controlada por el PRD como parte del Pacto de Gobernabilidad,
se gasta en politiquería.
Son los mismos que votan por los
“políticos” corruptos de siempre y no les indignan las injusticias
sociales ni la impunidad reinante.
Son los mismos que callan frente a los
ricos lavadores y evasores que hoy ensucian con sus escándalos el nombre
de Panamá (Panamá Papers y Waked). A ellos se rinden a sus pies.
Son esos medios manipuladores y seudo
periodistas (algunos reconocidos coimeros) los que crean opinión
pública, que hoy los medios alternativos enfrentan.
Quieren imponer una “cultura” de odio
hacia el pobre, hacia el obrero, hacia el cholo, hacia el negro, hacia
el indígena, la mujer discriminada y otros grupos excluidos.
Quieren recurrir a lo peor de la llamada
guerra fría, la cacería de brujas, el anticomunismo, el macartismo, la
criminalización de la protesta social y la persecución contra los
patriotas y luchadores sociales.
Mientras tanto, los niños pobres de
Panamá tienen 4 meses sin recibir leche nigalleta nutricional en las
escuelas públicas, y esto ni los conmueve en lo más mínimo.
Son una expresión más de la
descomposición del sistema imperante, sus medios e instituciones. Son
exponentes de esa podredumbre moral.
Una nueva cultura nacerá de esta trasnochada. Una cultura de solidaridad, igualdad y humanidad.
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