Cada año, con menor expectativa, se
presenta a la nación el discurso de la llamada “rendición de cuentas”
por parte del Presidente de la República.
Al igual que en el periodo anterior, el
discurso es totalmente alejado de la realidad que viven al menos 3.8
millones de panameños. Una lista de resultados que solo existen en la
percepción de los gobernantes pero que no los ve materializados la
población. Ambigüedad y hasta ausencia de respuestas en los principales
temas nacionales ha sido la tónica presidencial. Falacias que son
difíciles de ocultar. Como dice la población, un Presidente que vive en
“Alicia en el país de las maravillas”.
¿Cuál Cambio?
Juan Carlos Varela inicia su discurso
señalando que “Panamá ha cambiado y seguirá cambiando para el bien de
todos”. Al parecer Varela se queda con la muestra poblacional (los 115
ultra millonarios) y no con el universo (4 millones de habitantes que
tiene el país). Señor Presidente, los promedios, las muestras sesgadas
esconden las inequidades sociales.
¿Cuál es la ruta del cambio? Un país
donde cada vez se comprime más el poder adquisitivo de los salarios ante
el alto costo de la vida; donde aumenta el desempleo y la informalidad
laboral; un país que adeuda a cientos de educadores sus salarios
trabajados; un país donde en la última semana más de cinco planteles
escolares han tenido que ser cerrados por el estado deplorable de las
condiciones de su infraestructura física; donde los centros
hospitalarios no tienen insumos, material quirúrgico y cuya estructura
física esta “enferma”. Un recorrido por los barrios de nuestro país, le
haría ver la falacia de su planteamiento: comunidades sin acceso al agua
potable, donde la basura campea, sin veredas, con casas y cuartos de
cartón o zinc, sin centros recreativos y deportivos, sin áreas verdes,
con escuelas en mal estado, donde la jornada cotidiana empieza a las 3
de la mañana y finaliza a las 9 o 10 de la noche dado el ineficiente
sistema de transporte público al que se plantea aumentar el precio del
metro. En los barrios hay que vivir su cotidianidad y no giras
esporádicas con escenarios preparados.
Otro de los argumentos de su
discurso: “…durante los últimos dos años hemos pasado de una democracia a
una democracia funcional donde el poder se usa exclusivamente para
servir y no para hacer negocios”. Donde deja usted las denuncias a los
gestores de su política pública por favorecer socios, familiares y
copartidarios, los escándalos en cuanto a las licitaciones públicas, la
priorización de obras en función de negociados.
Lo Económico y Social.
Dice que “Todos los gobiernos construyen
obras. Este va a construir muchas…”, no lo dudamos, esta es la lógica
de la acumulación de capital que asumen los grandes empresarios, el
negocio a través de la institucionalidad estatal. Mientras que faltan
puentes, escuelas, carreteras en comunidades.
Manifestó que “…los recursos del Estado y
del Canal interoceánico que le pertenecen a todos los panameños se
administran con eficiencia y equidad para desarrollar las obras que
hacen falta para mejorar la calidad de vida del pueblo panameño”. Si
la muestra fue el “silver y gold roll” que se dio en los actos de
inauguración del canal ampliado, flaco favor hace a su discurso. Las
áreas revertidas están en manos de quienes señalaron que de soberanía no
se vive; los beneficios del Canal no llegan a la población de las áreas
urbanas, menos a las de las áreas rurales del país. Un crecimiento
económico que genera más inequidad, al ritmo del crecimiento económico
la proporción del PIB que corresponde a los asalariados viene
disminuyendo, lo que es resultado de una mayor concentración de la
riqueza en pocas manos.
El viejo proyecto de fusión de la
CSS-MINSA, que busca hacerse de los fondos del Programa de Enfermedad y
Maternidad de la CSS, continúa en su gestión (Ver Informe del Proyecto
Sistema Nacional Público de Salud-SNPS, que esboza que el programa de
enfermedad pasará a manos del MINSA. En su discurso planteó el “Proyecto
de Ley que crea el Centro Nacional de Medicamentos, que facilitará las
compras conjuntas de medicamentos e insumos médicos, por parte de la
Caja del Seguro Social y el MINSA”, frente a ello, la población comienza
a plantear dudas razonables en torno de si el objetivo es dotar a las
instituciones de medicamentos o seguir favoreciendo intereses
comerciales.
Expresó que “iniciaremos un diálogo, en
el marco de la Concertación Nacional para el Desarrollo, a fin de
encontrar alternativas que nos permitan hacerle frente al déficit del
Programa de Invalidez, Vejez y Muerte de la Caja del Seguro Social”.
Olvidó decir que ya el FMI entregó en diciembre del 2015 su informe,
planteando las medidas paramétricas, entre otras aumento de la edad de
jubilación tanto a hombres como mujeres a 65 años de edad (ajustándola
hasta los 70 años). Igualmente se le pasó informar que la CSS contrató
una asesoría que planteará las medidas a seguir, de la cual lo más
probable apunta a las medidas neoliberales en materia de seguridad
social. Por último, la concertación no es un escenario que representa a
toda la población panameña, importantes sectores de trabajadores no
forman parte del mismo.
Pasó gancho a los siguientes
indicadores: crecimiento económico, precios estables de la canasta
básica, la producción de alimentos está aumentando y los índices de
delincuencia están bajando; la población se pregunta ¿en qué país? La
economía crece, a tasas menores, pero este crecimiento no llega al
pueblo trabajador, al productor, a los campesinos, indígenas y
afrodescendientes, a los pobladores, a los profesionales, a mujeres, a
los jóvenes y a la niñez de este país, que viven un vía crucis diario
para ver como logran resolver sus necesidades materiales de vida. En
ocasiones no tienen “para los dos huevos” que dice usted desayunar. El
costo de vida ha aumentado y hay escasez de algunos productos por la
desprotección al hombre del campo. Panamá es uno de los países a nivel
mundial con mayor exclusión e inequidad social, a pesar de poseer
riquezas.
En materia de política exterior, planteó
que “mantendremos una posición firme ante los países que insistan en
incluir a Panamá en listas que afectan la imagen de nuestro país”.
Paradójicamente se acepta las “instrucciones” de esos países y
organismos. En su posición deja por fuera la necesaria investigación a
quienes han utilizado al país en sus apetitos empresariales. La
población sigue demandando que se investigue, lleve a juicio y condene a
los que han mancillado el nombre de Panamá.
Lo Político.
En cuanto a la gestión de sus ministros
los llama a “Comuniquen mejor los logros de nuestra gestión “, lo que
será el lanzamiento de una campaña publicitaria mediática y costosa. No
los llama a adecentar el quehacer público a pesar de los varios
escándalos de corrupción e ineficiencia que prevalecen. No los convoca a
atender las múltiples demandas de los sectores populares, de los
sectores productivos. Jamás realizó un llamado de atención, ni pidió
disculpa por declaraciones irrespetuosas a la población por parte de sus
Ministros, Viceministros, Directores y Subdirectores.
Manifestó que “…el Gobierno respeta la
separación de poderes”, frase que resulta cínica, más cuando la plantea
en medio de la elección de la directiva de la Asamblea Nacional de
Diputados, donde una vez más prevaleció la conducta de la partidocracia:
el transfuguismo; donde el clientelismo político impulsado desde el
Ejecutivo se hizo sentir. Que rápido olvidó la forma en que fueron
designados los magistrados de la Corte Suprema de Justicia.
Expresó que “La clase política debe
evitar el contacto con personas que puedan andar en pasos equivocados”;
no se trata de evitar, pero más allá de ello los Papeles
Mossack-Fonseca, pusieron al descubierto la conducta histórica de esa
clase política; los escándalos en donde están involucrados los
financiadores de campaña electoral de la partidocracia siguen saliendo. A
pesar de ello, la justicia es selectiva. Dicho sea de paso, la “casa no
se ha puesto en orden”, “ni se han corregido las irregularidades del
pasado”, como asevera.
Para qué prepara al pueblo con esta
declaración: “De la misma forma que los panameños nos logramos
reconciliar durante la transición de la dictadura a la democracia, donde
se cometieron graves violaciones de los derechos humanos, podemos
reconciliarnos para consolidar una democracia funcional. Pero para que
haya reconciliación también tiene que haber el arrepentimiento y el
reconocimiento de las faltas cometidas. Vamos a cerrar ese capítulo
oscuro de nuestra historia y avanzar unidos como un solo país”. Olvida
que ante los casos de los desaparecidos y asesinados bajo la dictadura
militar, de la invasión norteamericana, con la masacre de San Félix y
Bocas del Toro, el pueblo panameño y los familiares siguen exigiendo
justicia.
Ha planteado reformas a la constitución,
“…durante el próximo año trabajaremos una hoja de ruta de forma y de
fondo para hacer las reformas necesarias a nuestra Constitución
Nacional”. No abrigamos esperanza a una ruta diferente a la de los
diálogos de “Yo con Yo”. Esta Constitución no necesita, ni requiere más
parches, es una constitución de la dictadura militar con cambios
neoliberales, donde ha prevalecido los intereses de los sectores de
poder económico y político. No puede ser la institucionalidad en crisis,
que incluye todos los Órganos del Estado, la que redacte la nueva Carta
Magna; no puede ser a través de elección de constituyente con las
mismas reglas electorales donde impera el clientelismo y los poderes
mediáticos. No puede ser, la que ya se divulga, exige el gobierno
norteamericano. Solo una Constituyente Originaria autoconvocada
resolverá la crisis institucional, donde el pueblo como soberano pueda
dotarse de una Constitución que refunda el país por los senderos de
equidad y justicia social, donde se respete plenamente todos los
derechos humanos.
“La mayoría de ustedes me escogieron
como su capitán. Para los que me escogieron y para los que no, yo soy el
capitán de esta selección”. Nadie lo eligió para capitán, usted es un
servidor público que ocupa el cargo de Presidente, que debe responder al
soberano, el pueblo. Como todos los que lo han antecedido, en Varela
prevalece la concepción monárquica, el creer que se le otorga un cheque
en blanco. Es esta concepción la que arroja como resultado, de sus
propias encuestas, tan solo un 37% de aceptación de la población.
Conclusión.
Como siempre, los temas neurálgicos
quedaron fuera. Aún los panameños no sabemos cuánto costó la ampliación
del Canal; cuanto ha costado el “very happy” de Mi Bus; porque y para
qué aumenta la deuda pública. Ausentes el tema del incremento del
desempleo y la migración, el problema de la disposición y recolección de
la basura; el tema ambiental (Barro Blanco y Minera Panamá); el acceso
al agua potable que carecen miles de panameños; el tema del embalse que
afectará a comunidades; los problemas de las áreas rurales (comunidades
campesinas e indígenas); la seguridad y soberanía alimentaria. Obvio
explicar la ineficiencia en la atención del A(H1N1) que acostado la vida
de casi 40 panameños.
Juan Carlos Varela olvida que la campaña
electoral ya pasó, que los ganchos que ha puesto a su gestión
gubernamental solo están en su percepción. El discurso del uno de julio
de 2016 es otro discurso falaz, alejado de la realidad.
Panamá, 3 de julio de 2016.
Maribel Gordón C.
Vicepresidenta del FAD
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