Ocurre cada cierto tiempo o circunstancia. Cuando así lo
requieren, en función de sus intereses particulares, las distintas
fracciones del capital coinciden en cómo mover los hilos del poder al
unísono.
El establishment, ese grupo de la elite burguesa que ahora se exhibe
sin tapujos, como en la Gala de los 100 años del Canal, definen los
pasos a dar.
Esto ha quedado demostrado en coyunturas específicas, por ejemplo, en
las reformas constitucionales, reformas a la seguridad social, proyecto
de ampliación del Canal y, más recientemente, en los llamados a la
unidad nacional en torno a la ACP en su conflicto con el Grupo Unidos
por el Canal (GUPC) y en el diferendo con Colombia por la inclusión de
Panamá en su lista de paraísos fiscales.
Consciente de la descomposición de las instituciones del Estado, que a
la larga puede amenazar sus intereses, el establishment busca alinear a
los poderes del Estado, sus partidos políticos, gremios empresariales,
la llamada sociedad civil (fundaciones y ONG), las jerarquías religiosas
y elementos o grupos supuestamente de izquierda o del campo popular
dispuestos siempre a colaborar con ellos y legitimarlos.
Cuenta para ello con poderosos medios de comunicación que manipulan y
uniforman a la opinión pública, y con la fuerza represiva por si se
hace necesario emplearla contra quienes osen desafiar sus mandatos.
El establishment lo conforman los clanes familiares que fundaron la
república tutelada de 1903, a la que se suman los nuevos ricos surgidos
del desarrollo del capitalismo en Panamá. Entre ellos se reparten los
altos puestos del gobierno, consulados y embajadas. Conforman el
exclusivo club de los 105 ultramillonarios.
Hoy, estas fuerzas de la clase dominante van en pos de un proyecto
político que, mediante una llamada Constituyente Paralela, les permita
una nueva Constitución a su medida para recomponer la situación, generar
nuevos espacios o fórmulas de redistribución de cuotas de poder,
amoldar a Panamá a los nuevos requerimientos de la globalización
neoliberal y ofrecer falsos aires de renovación que no alteren un ápice
el dominio que ejercen sobre toda la nación.
Este poder supra, hoy más que nunca, exhibe al presidente,
magistrados, diputados y demás autoridades como verdaderos sirvientes de
este establishment que, por sus prácticas gansteriles, deviene en una
mafiocracia.
Para recuperar confianzas pérdidas y ofrecer una válvula de escape,
el establishment es capaz de sacrificar a algunos de sus peones o de
crear varios chivos expiatorios, como lo demuestra el caso del
magistrado Alejandro Moncada Luna, lo cual se confirma con el fallo
último de la Corte Suprema de Justicia (CSJ) acerca del hábeas corpus
presentado por su defensa y declarado “no viable”, así como otros
recursos igualmente rechazados.
Esto demuestra que el establishment está dispuesto a alinearlos a
todos en base a la coacción o a la chequera, o a la combinación de
ambas.
En ese propósito, los medios de comunicación se han prestado a la
ridiculez extrema, con shows mediáticos enajenantes para entretener a la
opinión pública y comentaristas y seudoperiodistas que festinan de
manera enfermiza, en cadena nacional, todo lo que acontece.
Contrasta la celeridad de la Asamblea y la amplia cobertura de los
medios de comunicación en este caso, con las protestas del SUNTRACS por
el fallo de la Sala de lo Penal de la CSJ que puso en la calle a un
peligroso delincuente, asesino en 2007 del obrero Osvaldo Lorenzo. Tres
magistrados corruptos han sido querellados por extralimitación de
funciones, abuso de autoridad y por contravenir el veredicto de un
jurado de conciencia y un fallo previo del pleno de la Corte que
confirmó la legalidad del arresto y el cumplimiento del debido proceso.
Estamos ante un precedente funesto en la historia jurídica de Panamá.
Pero al establishment no le interesa si se le hace justicia a un
obrero asesinado ni les importa el sufrimiento de su familia. Tanto es
así que el diario La Prensa, uno de los medios más emblemáticos de este
establishment, prácticamente salió en defensa del asesino del obrero.
FRENADESO ha advertido que la descomposición de las instituciones es
de tal magnitud que corremos el peligro de encaminarnos hacia un estado
fallido donde grupos de poder económico y político, en asocio con bandas
delincuenciales, convierten al estado en una institución criminal tal
como ocurre en México. El caso de Juana Peña es claro en ese sentido de
cómo el Gobierno del PRD de Martín Torrijos para debilitar y enfrentar
al SUNTRACS se alió a grupos de sicarios. Martinelli profundizó la
crisis institucional y para sofocar las protestas sociales recurrió a
las masacres de Changuinola, San Félix y Colón empleando para ello a las
fuerzas militares de SENAFRONT y Aeronaval, mismas que el nuevo
gobierno ha anunciado que utilizará dentro de su proyecto de barrios
seguros. Estas unidades militares, cuyos jefes responden directamente a
Washington, no han escapado de acusaciones, junto a unidades de la
policía, de estar infiltradas por el narcotráfico.
Después de Moncada Luna, que con lo actuado —y al parecer con esa
intención—, tiene todas las de ganar en los tribunales internacionales,
seguirán otros chivos expiatorios, pero nunca los monos gordos como
Ricardo Martinelli. Este, aunque haya entrado por la puerta de atrás
del Club Unión, maneja mucha fortuna, pero sobre todo mucha información
comprometedora que podría ahondar la crisis y arruinar los planes de
este establishment que incluyen la designación del nuevo contralor, el
procurador general de la república y el procurador de la Administración
Pública. Entonces se produciría un choque frontal entre clanes de la
mafiocracia.
Salvo que Moncada Luna comience a cantar, sus días como magistrado y
abogado están contados. Será condenado por gente sin moral ni prestigio,
entre ellos los que se robaron la plata del FIS y del PAN, como colofón
de esta tragicomedia que vivimos y que ha permitido a la cueva de Alí
Babá, aún sin la totalidad de sus miembros, crear serios precedentes que
mañana, una vez muera el llamado Pacto de Gobernabilidad, permitirá al
CD y al PRD enjuiciar, separar, allanar, arrestar y condenar al mismo
presidente de la república en base a una simple nota periodística
publicada en cualquier medio periodístico.
No hay cárcel para tanta gente, dirán algunos, pero lo que aquí
corresponde es procesar a todos los presidentes, magistrados, diputados,
ministros y demás autoridades de este y pasados gobiernos sospechosos
del atraco a los fondos públicos, porque si antes entraban limpios y
salían millonarios, ahora entran millonarios y salen billonarios y no
hay nadie preso.
Desde FRENADESO seguimos insistiendo que la única salida real y
cónsona con los intereses de las grandes mayorías es la autoconvocatoria
por parte del pueblo de una Asamblea Constituyente Originaria con
plenos poderes que acabe con esta podredumbre moral de las instituciones
y funde una nueva república de progreso y bienestar para todos y todas.
Mientras tanto, debemos mantener la lucha en las calles en torno a
los problemas fundamentales del pueblo (agua, aumentos salariales, costo
de vida, salud, educación, seguridad social, ambiente, tierra para
vivir y trabajar dignamente, etc.), contra la corrupción y la impunidad,
que hoy alcanzan niveles nunca vistos, defender los derechos humanos y
de los pueblos originarios, afrodescendientes, mujeres, jóvenes y otros
sectores excluidos.
Somos conscientes de que el establishment intentará aislarnos y
cercarnos mediáticamente. Para evitarlo, debemos redoblar esfuerzos en
la labor de concienciación del pueblo, corregir errores y debilidades,
convertir rápidamente el acumulado de la experiencia electoral que la
clase dominante y los oportunistas subestiman en nuevas formas de
organización comunitaria en el campo, comarcas y ciudades, impulsar
asambleas y consejos populares, fortalecer la independencia de las
organizaciones representativas del pueblo, ampliar y crear medios de
comunicación alternativos, culminar el balance y el debate sobre la
continuidad del instrumento político electoral, formar cuadros políticos
para las nuevas batallas que se avecinan, debatir ampliamente sobre
nuestras concepciones de democracia participativa, poder popular y
Constituyente Originaria, intensificar la lucha y forjar la unidad del
pueblo en las calles. Esas son nuestras tareas en el momento actual.
Por ahora, los planetas se están alineando y el establishment prepara su ritual para sacrificar al chivo.
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