El voto del pueblo digno es secreto y no se vende!
Pueblo panameño, copartidarios y copartidarias:
Hay un país donde los votos todavía se compran.
Un país de gamonales y ricos que imponen su voluntad.
Un país donde las políticas económicas
se hacen para beneficiar a la banca, los organismos internacionales de
crédito y al exclusivo club de los 105 ultra millonarios que acumulan
más riquezas que el resto de los panameños juntos, generándose una de
las brechas más grandes entre ricos y pobres en el mundo.
Un país donde las elecciones se convierten en una oferta de mentiras y engaños de los políticos tradicionales.
Un país donde los alimentos son caros,
donde los sucesivos gobiernos abandonaron el sector agropecuario y
fueron incapaces de frenar el alto costo de la vida, la inseguridad, la
calamidad en el transporte, la desigualdad y los bajos salarios, ni de
detener las angustias de nuestros adultos mayores.
Un país que condena a miles y miles de
niños y jóvenes a un futuro incierto, donde existe una educación y una
salud para ricos y otras para pobres, porque los gobernantes han hecho
de ellas un negocio.
Un país donde la carga tributaria recae
en los más pobres, los asalariados, los profesionales, las capas medias y
consumidores. Y no nos extraña nuevo aumento de impuesto al consumo.
Un país donde el agua, la vivienda digna
y la seguridad social no son para todos los panameños. Nos acechan
nuevas políticas de privatización en la salud, la educación, la
seguridad social y el suministro de agua potable, como ya se hizo (y se
pretende completar) con la electricidad, la telefonía, los puertos, etc.
Y no podemos descartar que, en el afán de los políticos de siempre de
seguir lucrando con las arcas del Estado, se intente privatizar también
el mismísimo Canal. ¡No lo permitiremos!
Dolorosamente, ese país del que hablo se llama Panamá. Ese es el país que tenemos hasta ahora.
Pero es posible un Panamá diferente: ¡El país que queremos!
Un país con comida barata y seguridad
alimentaria. Para ello, desde la Presidencia, urgente y
prioritariamente, impulsaremos que se bajen y congelen los precios de
los artículos y servicios de primera necesidad, promulgaremos un aumento
general de salarios y un salario mínimo cónsono con el costo de la
vida; y rescataremos al sector agropecuario del olvido y abandono en que
lo han dejado los sucesivos gobiernos de la Partidocracia.
Queremos un país donde la familia panameña viva en paz y tranquilidad, sin el temor a los constantes asaltos y asesinatos.
Un país con educación preescolar,
primaria, media y superior públicas, gratuitas y de calidad; igual que
deben serlo el sistema de salud y la seguridad social.
Un país con agua potable y alcantarillados para todo el pueblo, y con transporte público barato, eficiente y seguro.
Un país en que se respeten los derechos humanos,
ambientales y sociales, y que ofrezca verdaderas oportunidades para los
jóvenes y las mujeres. Desde nuestra presidencia les garantizaremos
tierras para el cultivo a las familias rurales en situación de pobreza.
Un país donde no se discrimine a los
pueblos originarios ni a los afrodescendientes, ni se excluya a nadie
por razón de sexo, religión, preferencia sexual o ideología política.
Donde se cuide de nuestra niñez, que es nuestro futuro, y se proteja y
garantice una vida digna a nuestros adultos mayores con pensiones y
jubilaciones de verdad justas, dándoles acceso real a los servicios
básicos.
Un país que sepa recompensar a los profesionales honestos y a los talentos nacionales que se superan y engrandecen a su patria.
Donde se apoye al pequeño y mediano productor y al empresario, y se potencie el esfuerzo productivo nacional.
Donde se fomenten empleos dignos y bien remunerados.
Donde se promueva una política energética que enfrente las constantes alzas del combustible y busque alternativas sostenibles.
Un Panamá
donde impere la justicia, donde haya una efectiva separación de los
poderes y se ponga fin a la impunidad que protege principalmente a los
políticos corruptos, ladrones de cuello blanco y violadores de los derechos humanos. Donde se administren con transparencia y honestidad los fondos públicos y se pongan estos en función del bien común.
Un país verdaderamente equitativo que
distribuya de una manera justa las riquezas que generamos trabajando
todos los panameños y aplique una política fiscal según la cual pague
más el que más gane.
Tenemos recursos suficientes para ese Panamá que queremos, lo que sucede es que los políticos que han gobernado se los roban o se los dan a sus amigos.
Nos proponemos poner fin a este sistema y
a este modelo neoliberal que sistemáticamente roban a los pobres para
darles a los ricos, y que al pueblo solo le dejan las migajas que
alimentan el obsceno clientelismo electoral de todos los partidos
tradicionales, tanto los del gobierno como los de la mal llamada oposición.
Para ello, debemos acabar con la
podredumbre moral de las caducas y carcomidas instituciones del Estado.
Desde la Presidencia, contribuiremos a que el pueblo soberano convoque
una Asamblea Constituyente Originaria que funde una patria de progreso y
bienestar social para todos.
No podemos dejar de pronunciarnos en este acto sobre nuestro principal recurso, el Canal de Panamá.
Desde el referéndum, hemos advertido sobre los riesgos y peligros que
esta aventura, apoyada por todos los partidos tradicionales y el
establishment, podía significar para el país, y la estafa que
representaba. Ahora tenemos los resultados. Lo que comenzó mal,
terminará mal. Mañana es posible que el consorcio encargado de las obras
de ampliación abandone el proyecto. Ante ello, exigimos a la ACP que
nos hable con claridad, con transparencia y sin el secretismo que la
caracteriza. Que diga la ACP ¿Cuánto le ha pagado al consorcio y cuánto
el costo de esta fase de la ampliación, es decir cuánta es la suma que
dejará de percibir el Estado como resultado de esta Gran Estafa al
pueblo?
Exigimos que no se pague un centavo más
al consorcio y que concluya la obra al precio que licitó, de lo
contrario sería un acto inmoral y de traición al pueblo. Que se
garanticen las prestaciones y las fuentes de empleo, y que se respeten
los derechos laborales de los miles de trabajadores involucrados. De
hecho, el Canal, como en su momento alertamos al pueblo, acabará
costando más y no se entregará en el tiempo estipulado. El Canal no
puede ser botín de las transnacionales ni de los bribones de siempre.
Tenemos serias dudas sobre la resolución de este tema, y no descartamos
una agenda oculta de quienes quieran aprovechar la situación para
privatizar parcial o totalmente la operación del Canal. Por la memoria
de los mártires de enero, en el 50 aniversario de la gloriosa gesta y
en el centenario de la vía interoceánica, reiteramos nuestro compromiso
de un canal panameño, cuyos beneficios se utilicen para saldar la
inmensa deuda social.
Hoy nos regocijamos con la presentación
de los candidatos del pueblo en este magno evento. Ya ustedes lo han
visto. Al igual que el que les habla, que tiene el alto honor y
compromiso de disputar la Presidencia de la República a los partidos
tradicionales, ellos tampoco tienen que fingir que vienen del pueblo,
con orgullo somos pueblo y ahora comienza la verdadera campaña electoral
del FAD. ¡Este es el equipo del pueblo y está listo para gobernar!
Que lo sepan las casas encuestadoras y los medios de comunicación: ¡Ahora es que la cosa se puso buena!
Nuestra campaña se desarrollará en las calles, barrio por barrio, comunidad por comunidad, casa por casa, cara a cara.
Llamamos al pueblo panameño a apoyar decididamente esta propuesta electoral conformada por auténticos hijos del pueblo.
A los otros, ustedes los conocen. Son
los tránsfugas y polítiqueros de siempre, que cada 5 años se disfrazan
de ovejas para engañar al pueblo. Son los mismos que Gobierno tras
Gobierno han abusado y humillado al pueblo. Son los mismos que todas las
elecciones prometen unas cosas y, cuando llegan, imponen leyes como la
Ley Chorizo, la Ley Carcelazo, la ley contra los sin techo y sin tierra,
la ley de la muerte de la Caja de Seguro Social, reformas al Código
Minero, las diversas reformas al Código de Trabajo, las nefastas
improvisaciones en la ecuación, tratados de libre comercio que
terminaron de arruinar al sector agropecuario o nuevos impuestos, como
el 7%. Todos ellos son lo mismo y representan los mismos intereses.
Por primera vez en la historia, tenemos
una opción nueva y diferente, nacida de las entrañas del pueblo, el
Frente Amplio por la Democracia (FAD).
Nuestra propuesta electoral se seguirá
completando hasta el 4 de febrero con otros copartidarios, y esperamos
también que con verdaderas figuras independientes y no con aquellos que
se hacen llamar independientes y que dejan de serlo tan pronto no
reúnen las firmas, o aquellos que, si las alcanzan, las usan para
negociar prebendas y espacios en los partidos tradicionales, defraudando
a quienes inocentemente los apoyaron.
En los próximos días, tan pronto se
concluyan las consultas internas, anunciaremos nuestro vicepresidente y
nuestro candidato a la Alcaldía.
Sabemos que nuestro peor enemigo es el
clientelismo. Enfrentaremos la calumnia, el odio y la campaña
multimillonaria de los partidos tradicionales, sobre todo de este
Gobierno y su candidato títere, que quieren convertir a Panamá
en su gran Bebedero, apoyado en el más vulgar y repugnante clientelismo
que ha superado al de sus antecesores y en la abierta y descarada
complicidad de la Fiscalía Electoral. Hoy vemos a la degradación y
descomposición de los partidos tradicionales, principales culpables de
la caricatura de democracia que vivimos hoy. Aquellos polvos trajeron
estos lodos.
Pero, hay esperanzas. Aquí está la verdadera oposición y sus candidatos.
Confiamos en el coraje y decoro de nuestro pueblo noble. ¡El voto del pueblo digno es secreto y no se vende!
El 4 de mayo, el pueblo saldrá a votar, ¡pero nunca más por los mismos!
Tu me conoces, mi nombre es Genaro, el luchador social de siempre, y junto al pueblo vamos a gobernar y te vamos a cumplir.
¡Sin luchas no hay victorias!
¡La pelea es peleando!
¡Vencerlos es posible!
¡Nace la Esperanza!
Este 4 de mayo: vamos pa’ encima.
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