VII Jornada de Inscripción del FAD del jueves 21 al domingo 24 de marzo.
La mayoría de la población evidencia
su cansancio ante los discursos demagógico que expresan las diferentes
candidaturas de la partidocracia, donde prometen que atenderán las
demandas sociales y acabarán con la corrupción; sin embargo, la práctica
demuestra reiteradamente que pasado el torneo electoral continua la
misma política antipopular y se acrecientan la corrupción en el país.
Para muchos las elecciones se han constituido en un largo y tortuoso proceso, sintiendo como un tsunami la cantidad de propaganda televisiva, radiofónica, escrita y promocional en todas las esquinas posibles del país.
Los grandes presupuestos financieros que asigna cada partido político al mercadeo publicitario sobrepasan lo racional, constituyéndose en una burla ante las necesidades reales de los pobres de la ciudad y el campo. Según el Tribunal Electoral (TE) en el 2009 el costo de la campaña de una candidatura a presidente promedió $15 millones, a la alcaldía $5 millones, a diputado medio millón de dólares y a representante 150 mil dólares. Según los analistas, el costo de la campaña presidencial del 2014 se aproximará a los $40-45 millones. Resulta ser que para muchos el financiar campañas electorales es un proceso de inversión financiera sobre la cual esperan obtener ganancias, vía el otorgamiento de licitaciones, condonación de morosidades con el Estado, sobrecostos en la inversión pública, o sencillamente cuotas de poder en alguna institución pública (las llamadas ‘rentables’); de allí que, según el TE, los candidatos presidenciales y los partidos políticos en el 2009 manejaron $25.5 millones en ‘donaciones privadas’, cifra superior en comparación con el 2004 que fue de 19.9 millones de dólares. Aunado a ello, en el último proceso electoral fueron varias las denuncias sobre la introducción de dinero proveniente de fuentes ilícitas. Hoy la partidocracia da cuenta de cifras millonarias en la contienda interna, las llamadas primarias.
Ello explica por qué la propuesta de la Comisión Nacional de Reformas Electorales no fue contemplada en las últimas reformas electorales que aprobó la Asamblea Nacional, la cual proponía que ‘las nóminas presidenciales no podrán gastar en sus campañas electorales una suma mayor de 30% del monto de Financiamiento Público’. Igual suerte corrió la propuesta de transparencia en las fuentes de financiamiento.
¿A qué se debe esta danza de millones? Uno, el proceso electoral los grupos de poder económico y su clase política lo han constituido en un verdadero negociado, donde financiar el clientelismo es parte de su estrategia para obtener los réditos financieros. Dos, ante la carencia de propuestas y dirigentes, la partidocracia rehúsa el debate de propuestas e ideas de desarrollo como verdaderos recursos, a fin de convencer a la población votante. Pero claro, es entendible el uso de esos argumentos, ya que carecen de programas o proyectos políticos a ejecutar a favor del desarrollo nacional y de las grandes mayorías del país.
Romper con este accionar, que profundiza corrupción y niega democracia, es una tarea urgente de los sectores democráticos y éticos del país. Por ello, el Frente Amplio por la Democracia (FAD) impulsa una nueva forma de hacer política, sentada sobre bases de real participación, de una vinculación directa con la población y el movimiento social panameño, impulsando la creación de un espacio de participación política de nuevo tipo, definida por la Ética y la Independencia.
Por ello, el FAD impulsa un proyecto democrático y popular, que toma en cuenta los intereses de las grandes mayorías, los hace partícipes en los mecanismos de decisión, seguimiento y control e impulsa el respeto de los derechos humanos, las libertades democráticas y la protesta social, como mecanismo de defensa y de áudito de la gestión gubernamental. Se trata de un Ejercicio Ético del Poder.
Esta propuesta, junto con nuestra hoja de lucha al lado del pueblo panameño en los diversos temas del acontecer nacional, nos lleva a una inscripción que está haciendo historia, hoy más de 34,000 panameños están en el FAD, toda una proeza para un partido que viene surgiendo desde las entrañas mismas del pueblo.
SECRETARIO GENERAL DE CONUSI-FRENADESO.
Para muchos las elecciones se han constituido en un largo y tortuoso proceso, sintiendo como un tsunami la cantidad de propaganda televisiva, radiofónica, escrita y promocional en todas las esquinas posibles del país.
Los grandes presupuestos financieros que asigna cada partido político al mercadeo publicitario sobrepasan lo racional, constituyéndose en una burla ante las necesidades reales de los pobres de la ciudad y el campo. Según el Tribunal Electoral (TE) en el 2009 el costo de la campaña de una candidatura a presidente promedió $15 millones, a la alcaldía $5 millones, a diputado medio millón de dólares y a representante 150 mil dólares. Según los analistas, el costo de la campaña presidencial del 2014 se aproximará a los $40-45 millones. Resulta ser que para muchos el financiar campañas electorales es un proceso de inversión financiera sobre la cual esperan obtener ganancias, vía el otorgamiento de licitaciones, condonación de morosidades con el Estado, sobrecostos en la inversión pública, o sencillamente cuotas de poder en alguna institución pública (las llamadas ‘rentables’); de allí que, según el TE, los candidatos presidenciales y los partidos políticos en el 2009 manejaron $25.5 millones en ‘donaciones privadas’, cifra superior en comparación con el 2004 que fue de 19.9 millones de dólares. Aunado a ello, en el último proceso electoral fueron varias las denuncias sobre la introducción de dinero proveniente de fuentes ilícitas. Hoy la partidocracia da cuenta de cifras millonarias en la contienda interna, las llamadas primarias.
Ello explica por qué la propuesta de la Comisión Nacional de Reformas Electorales no fue contemplada en las últimas reformas electorales que aprobó la Asamblea Nacional, la cual proponía que ‘las nóminas presidenciales no podrán gastar en sus campañas electorales una suma mayor de 30% del monto de Financiamiento Público’. Igual suerte corrió la propuesta de transparencia en las fuentes de financiamiento.
¿A qué se debe esta danza de millones? Uno, el proceso electoral los grupos de poder económico y su clase política lo han constituido en un verdadero negociado, donde financiar el clientelismo es parte de su estrategia para obtener los réditos financieros. Dos, ante la carencia de propuestas y dirigentes, la partidocracia rehúsa el debate de propuestas e ideas de desarrollo como verdaderos recursos, a fin de convencer a la población votante. Pero claro, es entendible el uso de esos argumentos, ya que carecen de programas o proyectos políticos a ejecutar a favor del desarrollo nacional y de las grandes mayorías del país.
Romper con este accionar, que profundiza corrupción y niega democracia, es una tarea urgente de los sectores democráticos y éticos del país. Por ello, el Frente Amplio por la Democracia (FAD) impulsa una nueva forma de hacer política, sentada sobre bases de real participación, de una vinculación directa con la población y el movimiento social panameño, impulsando la creación de un espacio de participación política de nuevo tipo, definida por la Ética y la Independencia.
Por ello, el FAD impulsa un proyecto democrático y popular, que toma en cuenta los intereses de las grandes mayorías, los hace partícipes en los mecanismos de decisión, seguimiento y control e impulsa el respeto de los derechos humanos, las libertades democráticas y la protesta social, como mecanismo de defensa y de áudito de la gestión gubernamental. Se trata de un Ejercicio Ético del Poder.
Esta propuesta, junto con nuestra hoja de lucha al lado del pueblo panameño en los diversos temas del acontecer nacional, nos lleva a una inscripción que está haciendo historia, hoy más de 34,000 panameños están en el FAD, toda una proeza para un partido que viene surgiendo desde las entrañas mismas del pueblo.
SECRETARIO GENERAL DE CONUSI-FRENADESO.
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