A casi tres años de haber asumido Juan Carlos Varela la Presidencia,
los cambios que esperaban los panameños no se han hecho realidad.
Varela, quien prometió reducir el costo de la canasta básica, llevar
agua potable 7-24, acabar con la inseguridad ciudadana, resolver los
problemas del sistema educativo, acabar con la ineficiencia en la
atención de salud, resolver el problema del servicio de transporte
público, dinamizar el agro, detener los proyectos depredadores del
ambiente, crear fuentes de empleo dignos con salario justo, acabar con
la corrupción, la impunidad y el nepotismo, no ha salido de la gatera.
Demagógica resulto su consigna ‘el pueblo primero’.
A su haber, sin embargo se registra un galopante crecimiento de la
deuda pública, derroche de los fondos públicos, desatención a los
problemas del agro, flagrantes violaciones a los derechos humanos (sobre
todo en materia de salud, educación, vivienda y acceso al agua
potable), creciente política represiva so pretexto de acabar con la
delincuencia (ver accionar de la llamada ‘Fuerza Águila’), continuidad
de la corrupción y la impunidad, sumisión en la política exterior
(compromisos con los Estados Unidos frente a conflictos con otros
países), creciente pobreza extrema, creciente informalidad laboral,
alarmante costo de la vida. Sin olvidar las pretensiones privatizadoras
de la salud y seguridad social, el agua y la educación.
Al igual que sus antecesores, en materia social, utiliza medidas
mediáticas, por ejemplo el otorgamiento de subsidios, política que
impulsan los neoliberales para rehuir el debate de la ausencia de
democracia económica y mala distribución de la riqueza.
Pero además, ningún avance en adecentar el accionar público. A casi
tres años de gestión de Varela, el país transita por una gran
descomposición política ante los graves escándalos de corrupción. Aunque
mucho se habla de la necesidad de adecentar la administración pública,
perseguir y castigar la corrupción, nada se ha hecho. Por ejemplo, es
notorio el aberrante caso de los 420 millones de dólares del PAN que los
diputados se llevaron, y que sin embargo se dejó prescribir el caso.
En los tres años de Gobierno, Varela ha gozado del respaldo casi
unánime de la información mediática, por lo menos en materia social. Los
medios de comunicación social emiten todo tipo de información
distractora para ocultar los verdaderos problemas sociales: huelga en
copa, marcha de los trabajadores del Idaan contra la privatización del
agua, panameños pobres desalojados ilegalmente teniendo que vivir en la
intemperie, comunidades sin agua potable, privatización de la CSS vía
externalizaciones (la salud como negocio: un cateterismo en la CSS vale
mil balboas, en la privada 18 mil), reformas electorales que propician
danza de millones y las elecciones más caras del continente.
Como si fuera poco, el Gabinete que lo acompaña es sinónimo de
ineficacia, ineficiencia y arrogancia. La gestión de los diferentes
ministerios está encaminada a favorecer las minorías que concentran la
riqueza (los 115 ultramillonarios), mientras que impone hambre y miseria
a la población trabajadora. A pesar de todos estos hechos, el Gobierno
insiste en justificar como favorable su gestión.
No se visualizan cambios en la política económica, en justicia para
los pobres, en eliminación de la corrupción y el nepotismo. A la fecha,
no hay cambios, es más de lo mismo. Es decir, ante su lentitud,
ineficiencia e ineficacia, otra vez fracasa el Gobierno de Varela.
La única salida real para acabar con la podredumbre moral de las
instituciones y lograr una sociedad verdaderamente justa, es seguir
acumulando fuerza social organizada, construir poder popular y crear las
condiciones para la autoconvocatoria por parte del pueblo de una
Asamblea Constituyente Originaria soberana con plenos poderes, capaz de
fundar una nueva república.
SECRETARIO GENERAL DE CONUSI-FRENADESO.
No hay comentarios:
Publicar un comentario