El discurso del presidente Juan Carlos
Varela estuvo cargado de imprecisiones, falacias y un positivismo en lo
que ha sido su gestión de 30 meses de gobierno. Asimismo, el mandatario
obvió dirigirse a temas esenciales. Dedicó gran parte de la misma a
realizar nuevas ofertas y promesas cuando ya ha transcurrido la mitad
de su mandato.
Contrario a los datos económicos que
reveló el mandatario, las cifras oficiales y de organismos
internacionales reflejaron una realidad distinta en términos de
crecimiento económico. La economía creció 4.4% en el periodo acumulado
de enero a octubre de 2016. Durante la gestión de Varela el crecimiento
económico es descendente: 6.1% en el 2014, 5.6% en el 2015 y el 2016
cerró con un 5%. No reconoce el Presidente que independientemente del
crecimiento económico es creciente el deterioro de la calidad de vida de
la mayoría de los panameños.
No es verdad que ha mejorado el empleo
en el país, las cifras oficiales revelan un incremento de la
desocupación en casi 2 puntos porcentuales (102 mil 944 panameños en
2016 desempleadas). En el 2014 el desempleo alcanzó 5.1%, en el 2015 fue
de 5.3% y en el 2016, cierra con 6.0%. En cuanto a la calidad del
empleo, de lo cual no hizo mención, casi el 50% de los trabajadores lo
hacen en el sector informal con menores ingresos que el formal y sin
seguridad social.
Fue un discurso marcado por la ausencia
de temas fundamentales. No hizo mención al creciente endeudamiento
público del país, a la considerable importación de alimentos, a las
cuestionadas licitaciones públicas, al problema migratorio y la
consabida introducción de fuerza de trabajo extranjera mucha de forma
ilegal, el tema ambiental, entre otros temas relevantes. No llamó las
cosas por su nombre en el tema de corrupción, como los casos de Mossack
Fonseca, Lista Clinton y Odebrecht. En ningún momento presenta un estado
de situación sobre los derechos humanos en el país, mismos que están
siendo violentados. Olvidó rendir cuenta sobre los escándalos en que han
estado envueltos miembros de su gabinete; omitió el aumento del
transporte y de la luz.
Con el mayor irrespeto al pueblo
panameño, Varela califico de “errores” el robo y la corrupción. Han sido
millones de millones de dólares los atracos al Estado, ha sido el
pueblo panameño el que ha tenido que cargar con el costo de la
corrupción.
Una vez más se entromete con el Sistema
de Justicia, mismo que ha funcionado convenientemente para corruptos y
corruptores de todas las épocas. Sin embargo dejó clara su preocupación,
“Debemos evitar llegar al periodo electoral sin que el tema de justicia
y la rendición de cuentas hayan avanzado”. Es decir, enmarco el tema en
las cuentas electoreras.
Igualmente minimizó el tema de la Fuerza
Pública en torno a los casos de narcotráfico, de bajísima efectividad
en el tema de seguridad ciudadana, pero justificó el tercer incremento
salarial bajo su administración a la Policía Nacional.
Lo retórico se mantiene en sus discursos
anuales, tal es el caso del “control de precios de emergencia”, donde
los 58 balboas mensuales no han llegado al bolsillo de los panameños
pues el precio de la cesta de alimentos aumentó, pero nuevamente anuncia
ajustes de la medida para complacer al sector empresarial. Igualmente
por segunda ocasión habla de reformas constitucionales y no de
Constituyente, pero además establecidas en hoja de ruta, que de darse
será en el marco de los “pactos de gobernabilidad” (acuerdos con la
partidocracia).
En materia electoral, parece refrendar
las reformas clientelistas, que plantean otorgar 100 millones de dólares
a la partidocracia, un financiamiento público de la campaña electoral
que coloca a los partidos tradicionales con todas las ventajas y que
deja abierto el financiamiento privado incluyendo fuentes ilegales. No
habló del espectáculo que se dará en la Asamblea Nacional, donde ya
algunos medios denuncian torcedera de brazos y canonjías, para la
elección del Magistrado del Tribunal Electoral.
Dice el presidente que su gestión se
enmarca en la paz. Cual paz, si la violencia ha sido institucionalizada.
Dice que la “fuerza solo ha sido empleada para enfrentar los problemas
que afectan a la población”. Entonces por qué se reprime a las
comunidades indígenas que luchan contra los proyectos hidroeléctricos y
mineros, a los pobladores de barrios que claman por vivienda digna y
agua potable. La desatención a las demandas de los productores, a los
docentes, a los estudiantes, a los jubilados.
Los proyectos de Varela se enmarcan en
el plano de la privatización. Retoma el proyecto de Martinelli para el
IDAAN, planteando que el problema es de gestión administrativa, por ende
la solución es una “empresa asesora” tal como se hizo con MiBus, flaco
ejemplo de eficiencia. A su vez una nueva estructura legal para el
IDAAN, cuyas versiones han apuntado al modelo de Asociación Público
Privada (APP), véase privatización. En el caso de la seguridad social,
insiste también que el problema es de gestión; acoge la propuesta de los
grupos privatizadores, “fraccionar la Caja” favoreciendo los negociados
vía el Programa de Enfermedad y Maternidad, y la entrega de los
recursos del Programa de IVM. En este escenario privatizador de la CSS,
se busca igualmente imponer las medidas paramétricas, bajo la filosofía
“pague más, trabaje más y muérase rápido”. Jamás se ha consultado a los
trabajadores y al pueblo panameño.
Hace gala de decisiones trascendentales
en materia de política exterior, ¿A qué plan en materia comercial estará
pensando? Expresa el mandatario que continuaremos posicionándonos como
socios regionales y aliados estratégicos en materia de seguridad”. ¿A
qué plan hegemónico de los Estados Unidos hará referencia?
Un discurso que favorece los intereses
empresariales, una vez más habla a los sectores favorecido con el modelo
económico. Se compromete con la ZLC, Colón Puerto Libre y el nuevo
Puerto en el Pacífico. Hace gala de la inversión extranjera como un gran
mérito, “En el 2016 rompimos el record de empresas multinacionales en
Panamá”, cuando en realidad esta ha generado poco valor agregado, ha
sido más la adquisición del patrimonio nacional, de empresas ya
existentes que cambian de dueño y que no generan nuevos puestos de
trabajo.
A 30 meses de gobierno, el nivel de
ejecución de Varela es bajo, lo que justificó señalando que le tomó más
tiempo “poner la casa en orden”, “desmantelar los esquemas de
corrupción. ¿Cuál orden? ¿Qué esquemas se desmantelaron? Si el PAN solo
cambio de nombre, si se mantienen los mecanismos de compras directas y
los cuestionamientos a las licitaciones.
En los próximos 30 meses, segunda mitad
de su periodo, parece que el Presidente apuesta a inaugurar obras, tal
como lo han hecho sus antecesores en el marco de los comicios
electorales.
En términos generales, es una gestión
con nulos resultados reales en beneficio del pueblo, sobre todo en las
áreas de educación, salud, acceso a agua potable, empleo, seguridad,
transporte público y costo de vida.
El discurso del Presidente no se
corresponde con la realidad que vive el país, resultó más una pieza
propagandística. Las pinceladas que dibujó Varela para describir el país
solo se corresponde con la realidad de los 115 ultra millonarios y de
la alta burocracia gubernamental, pero está muy distante del Panamá
donde viven los casi 4 millones de habitantes del país.
No es cierto que vivamos en un país más
justo. No es verdad que la pobreza esté retrocediendo. No es verdad que
haya una disminución de la pobreza, del desempleo, del costo de vida, de
la inseguridad. No es verdad que la corrupción y la impunidad cesaron,
los negociados siguen y los canales de corrupción se mantienen.
El discurso del uno de enero de 2017, es otro discurso falaz, alejado de la realidad.
FAD
FRENTE AMPLIO POR LA DEMOCRACIA
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