5/9/13

Panamá: Obreros se capacitan en seguridad laboral

Toma de posesión de la nueva Junta Directiva del SUNTRACS, martes 10 de septiembre
Esta semana se realizó en Changuinola un Seminario sobre Salud y Seguridad.

Compartimos con ustedes una crónica que nos envía un compañero catalán, solidario con Panamá, que así nos describe su experiencia.

Changuinola y Chiquita

He visitado Bocas del Toro con compañeros y compañeras del sindicato SUNTRACS. He asistido a un curso de Salud ocupacional muy interesante, del que hablaré en otra crónica. Ahora quiero escribir sobre un tema que me interesa: cómo la multinacional estadounidense Chiquita ha jugado un papel determinante en esta región y la ciudad de Changuinola. Y lo sigue jugando.

Según me cuenta la compañera Jaqueline del sindicato de Changuinola, hoy trabajan para la compañía Boca Fruits Company, otra marca de Chiquita, 4.500 trabajadores. Para la Cooperativa Bananera del Atlántico, otros 800. Y unos 800 como bananeros independientes. Pero en realidad es Chiquita quien marca las reglas de toda la producción de guineos (conocido como plátano en España). Chiquita se estableció en la región por allá 1918. Hace pues casi un siglo. Desde entonces ha estado explotando a los trabajadores y sus familias con unas de las peores y más duras condiciones de trabajo. La creación de Panamá como República en 1903 estuvo muy asociada con la creación del Canal de Panamá y con el interés de los Estados Unidos por el control de ese paso estratégico. Chiquita también aprovechó esta situación. Todo el pueblo tiene un aire de Macondo, el pueblo de Cien años de soledad, de García Márquez.

Hace un siglo las familias trabajadoras vivían dentro de las fincas bananeras. Pero aún hoy siguen viviendo así. Existe una franja de viviendas entre dos carreteras y allí viven muchas de esas familias o sus descendientes. A lado y lado, fincas bananeras de grandes extensiones. Yo he vivido una semana en esa franja donde el SUNTRACS tiene el mejor y más bonito local nacional. Te levantas de buena mañana y hasta la tarde ves el trajín de trabajadores con bicicleta, de camiones y furgonetas cargadas de guineos.

En sus inicios las condiciones de trabajo eran pésimas. Jornadas de 10, 12 horas o más. Productos químicos para tratar los plátanos. La gente enfermaba y los trabajadores eran rápidamente despedidos y echados de sus casas para que no se reconociera la relación de su enfermedad con su trabajo. Me cuenta la profesora de Salud ocupacional, Bárbara Mejía, que hace años un joven cayó en una zanja que rodeaba las casas y se mojó completamente. Por ella circulaban líquidos que echaban a los árboles. Se fue muriendo poco a poco, secándose, sin que su madre pudiera hacer nada y sin que la compañía quisiera hacerse cargo de nada.

Por allá los noventa el hijo de una mujer ejecutiva de la compañía Chiquita también enfermó gravemente. Entonces ella se enteró por el sindicato y por la profesora que toda la población que vivía alrededor de las fincas bananeras estaba expuesta a las enfermedades. La mujer decidió abandonar la compañía donde tenía un cargo importante y salvar a sus otros dos hijos.

Chiquita, antes Unitet Fruit Companya, está acusada en numerosos países por ser una multinacional que ha practicado el asesinato, corrupción y persecución de sindicalistas. Ya en 1928 fueron asesinados miles de trabajadores colombianos que protestaban contra las condiciones de trabajo. En 1975 fue acusada de sobornar al dictador hondureño López Arellano. También de usar sus barcos para entrar droga en Estados Unidos y de competencia desleal y abuso de monopolio por Europa. Más recientemente, en 2007, el propio Departamento de Justicia de los Estados Unidos multó a la compañía con 25 millones por trabajar con los paramilitares para expulsar a los campesinos de sus tierras entre 1997 y 2004. Los ataques a las condiciones de vida de los trabajadores y contra los sindicatos son también uno de los signos de identidad de tal monopolio.

Pero las prácticas de república bananera no han desaparecido. Hoy, finales de agosto de 2013, la compañía Chiquita sigue fumigando las plantaciones y echando agentes químicos con aviones. Es decir, sigue fumigando también las casas y familias que viven en la plantación y sus alrededores. Hay que decir que la Cooperativa también hace lo mismo, sólo que en helicóptero. Los trabajadores siguen cargando en sus espaldas racimos de plátanos que llegan hasta pesar 70 kilos. Los ritmos de trabajo son frenéticos pues la demanda del producto exige la mayor productividad. La población asalariada es de las más pobres de la región y de Panamá, muchos de ellos son de la etnia Ngäbe Buble.

El puerto de Almirante es el destino de los contenedores cargados de plátanos. Chiquita tiene su propia flota de camiones y de barcos. Desde ahí se reparten los plátanos por el mundo. Esta riquísima y dulce fruta tiene un cierto sabor amargo en Changuinola. A pesar de los intentos de los trabajadores de construcción, que han conseguido una normativa de Salud ocupacional para su ramo, aún no existe una ley general de Salud laboral para el conjunto de la gente trabajadora de Panamá. Un país cuyos gobernantes presumen de modernos y que mantienen la impunidad para compañías criminales como Chiquita. El sindicato SUNTRACS y el FAD son organizaciones que están con la gente trabajadora de las bananeras para que luchen y se organicen por mejores condiciones de vida y de salud.

Algún día Changuinola dejará de ser Macondo.
Alfons

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