24/3/12

Panamá: Números para ocultar realidades

Pese a las pretensiones de las encuestadoras, los números no pueden ocultar el acelerado deterioro y descomposición del gobierno de Ricardo Martinelli.

Cuántas veces nos han encuestado, pregunta que muchos panameños se formulan a la hora de ver resultados numéricos que pretenden presentarse como la lectura irrefutable de la opinión pública.

Según los expertos uno de los elementos que contribuyen a la credibilidad técnica de las encuestas es su rigurosidad metodológica en la redacción del cuestionario. Ello tiene que ver con el orden en que se presentan las preguntas, la forma de formular las preguntas, la rotación de atributos o alternativas que presentan, entre otros criterios.

Las encuestas electorales empiezan a utilizarse después de la segunda guerra mundial, pero es en la década de los sesenta cuando fueron ampliamente utilizadas, con fines electorales, por los medios de comunicación y los partidos políticos.

Vivimos tiempos políticos tensos, de competencia máxima entre medios de comunicación y entre partidos, de falta de respeto y ética profesional en ciertas ocasiones, de escaso sentido de la convivencia y altura política y de agresividad electoral máxima y como resultado de ello tanto medios de comunicación como partidos políticos las han ensalzado, cuando ha convenido, como pronosticadores de cambios o realidades futuras inexistentes en la actualidad y de meros datos subjetivos o incluso ‘poco fiables’, cuando los resultados no son del agrado del que los recibe.

En particular la encuesta electoral muchas veces deja de ser un elemento científicamente fundamentado para interpretar la realidad y se convierte en una herramienta de propaganda política. Estas corresponden a ámbitos en los cuales el propósito de la encuesta es influir en la opinión de los ciudadanos.

Huneeus, profesor de la Pontificia Universidad Católica de Chile, afirma que este hecho se da en toda América Latina y que es el resultado de los cambios producidos en la cultura política, reflejados en el deterioro de las adhesiones colectivas y el mayor énfasis en los intereses individuales.

En Panamá, según la última encuesta de Dichter & Neira, Martinelli refleja una ‘recuperación’ de 15 puntos en la percepción popular.

Estos resultados distan del descontento del pueblo frente al elevado costo de la vida, aumento del combustible, de la canasta de alimentos, de la imposición de pago de servicios por adelantado (tarjetas de Metrobús), que aún no se le entrega a los estudiantes de los colegios públicos; frente a la escasez de agua potable y ante el deterioro de la calidad de la misma que hacen prever las intenciones del gobierno para su privatización; ante el deterioro de los planteles educativos que mantienen a miles de estudiantes recibiendo clases en sitios no adecuados para el proceso de enseñanza-aprendizaje, aunada a la falta del nombramiento de educadores; el desabastecimiento de medicamentos y el deterioro de los servicios de salud en la CSS; creciente inseguridad ciudadana.

A ello se suma la continuidad de la venta de la patria, ahora de la Zona Libre de Colón y el 49% de las acciones de Cable & Wireless, que el gobierno pretende justificar el uso de los fondos para ‘dotar de agua a la población panameña’, así como al pueblo Ngäbe Bugle se le impone la minería y las hidroeléctricas so pretexto de llevar el ‘desarrollo’ a la Comarca, cuando todo el pueblo sabe que el propósito real es garantizar los intereses económicos de partidarios del gobierno (CD y Molirena) y la partidocracia (PRD, PP, Panameñistas).

Aunado a las acusaciones de ‘golpe de Estado’; la mediática salida de Mulino del Ministerio de Seguridad; el nombramiento como secretario del Consejo de Seguridad a Gustavo Pérez y de Julio Moltó, responsable de los pinchazos telefónicos, al frente de la Policía Nacional. Estos hechos dejan al descubierto el proceso de remilitarización del país y la configuración de un estado policiaco tutelado por Washington, en ejecución desde el gobierno de Martín Torrijos.

Esta realidad no puede ser ocultada con encuestas. Pese a las pretensiones de las encuestadoras, los números no pueden ocultar el acelerado deterioro y descomposición del gobierno de Ricardo Martinelli.

SECRETARIO GENERAL DE CONUSI-FRENADESO.

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