La reciente concesión del premio nobel de la paz, otorgada al presidente Obama, ha despertado ciertas dudas en cuanto a la imparcialidad de la elección. La perplejidad de la opinión pública ha quedado resumida en la propia sorpresa del premiado, que ni tan solo él mismo lo esperaba (¿O sí?).Contando que Barak Obama lleva escasos nueve meses presidiendo los EEUU, y que las candidaturas al Nobel se cierran el primeo de Febrero, no era presidente aun, cuando ya le proponían para la mayor distinción humanitaria que existe. Y aunque había prometido muchas cosas: cierre de Guantánamo, retirada de tropas de Irak, apertura al multilateralismo…no ha realizado muchas de ellas hasta el momento.
El carácter belicista de la administración Obama, que mantiene su proyecto en Afganistán, que proyecta construir siete bases militares en Colombia, que debate aun si es necesaria o no la tortura, no parece ir muy acorde con una actitud pacifista.
Cierto es que Obama ha tenido buenos gestos, no deja de ser verdad que hemos dejado atrás el unilateralismo recalcitrante de Bush, pero también es cierto que se ha quedado en las buenas intenciones, sin concretar su agenda más allá de sus fronteras. Por lo tanto ¿A qué se ha debido esta precocidad en el Nobel?
Quizás estas dos posibilidades tengan la respuesta: O bien el presidente de EEUU tiene muy buenos padrinos y pretenden engrandecer su currículo político, para que su estela sea todavía más larga y elevar las expectativas sobre su presidencia. O en cambio, lo que se pretende es influir al propio Obama para que no se deje llevar por los poderes fácticos de la industria militar americana, o de las petroleras con respecto al medio ambiente.
Lo que nos lleva a la primera prueba para el premio Nobel de la Paz 2009: la Cumbre del Clima del próximo diciembre en Copenhague. Obama lo tendrá mucho más difícil para no sumarse a un supuesto tratado sobre el cambio climático. Veremos si los gestos se convierten en acciones.
Gracias a Polityzen
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